Corea del Norte ha llevado a cabo con éxito su sexta prueba nuclear en 11 años.
El país es ahora, sin lugar a dudas, una potencia nuclear. Este nuevo desarrollo ha provocado muchas reacciones en todo el mundo, pero el tono general de las últimas amenazas, especialmente las que provienen de EEUU, no incluyen una advertencia directa sobre el inicio una guerra. Ellas consisten, más bien, en llamamientos a endurecer las sanciones hasta llegar a un cerco total que pueda “poner de rodillas” a Corea del Norte.
Sin embargo, el régimen de Pyongyang sabe exactamente cómo y cuándo jugar sus cartas ganadoras.
Ahora, la situación ha llegado a un punto de inflexión en el cual el líder norcoreano, Kim Jong-un, tiene suficiente influencia y ha establecido un equilibrio de terror que podría llevar de nuevo al gobierno estadounidense a la mesa de negociaciones.
Cabe mencionar que toda la situación en la Península Coreana se puede resumir de la siguiente manera:
– Ni EEUU ni Corea del Norte tienen interés en iniciar una confrontación militar que fácilmente podría desembocar en una guerra nuclear que conduciría a consecuencias catastróficas en todo el mundo.
– EEUU quiere que China interfiera y domine a su aliado y llegar así a un arreglo de la crisis sin pagar ningún precio a Pyongyang. A este efecto, Washington está aplicando presión y duras sanciones a las compañías chinas para provocar una reacción de China contra Corea del Norte.
– Washington está aprovechando la reciente escalada para vender más armas a Corea del Sur y Japón y presentarse como su defensor y salvador.
– Rusia y China están felices de presenciar el desafío de Corea del Norte a Washington, ya que esto sirve como una sonda de prueba muy importante para ver cómo reacciona EEUU en tales situaciones.
– Corea del Norte está interesada en lograr un acuerdo permanente con Washington que garantice la estabilidad del régimen y beneficios económicos que terminen con el paralizante cerco que sufre.
– China, el principal y casi único aliado y proveedor de Corea del Norte, no está feliz de ver cómo la carta norcoreana se le escapa de la mano, ya que Pyongyang está tratando de encontrar una vía independiente que le permita valerse y negociar por sí mismo, lejos de la influencia principal de cualquier país.
En resumen, la crisis de la Península de Corea ha llegado a una nueva fase en la que Washington ya nunca podrá imponer su voluntad. La potencia nuclear naciente de Corea del Norte es capaz de alcanzar no sólo objetivos japoneses y surcoreanos, sino también norteamericanos. Esto abre un nuevo capítulo en la crisis donde las soluciones a las crisis no se limitarán a lo que quiera EEUU sino que habrán de ser compartidas con Corea del Norte. Esto supone otro golpe al unilateralismo estadounidense y abre una nueva era donde la unipolaridad habrá dejado de existir.
Source: Al Manar