The New York Times | MÉXICO >> Un equipo mexicano alcanza la final en el mundial infantil de béisbol y el entusiasmo cruza el río Bravo | Por ELDA CANTÚ 27 de agosto de 2017


El lanzador André Emiliano Garza, del equipo de Reynosa, México, durante el partido contra Canadá en el campeonato internacional de ligas pequeñas CreditGene J. Puskar/Associated Press

Cuando Reynosa, una de las ciudades fronterizas con Estados Unidos más pobladas de México, llega a los titulares internacionales, no suelen ser buenas noticias. Los medios locales cubren de forma escueta los incidentes de violencia relacionada con los carteles de droga y los habitantes están acostumbrados a leerlos entre líneas.
La semana pasada, los medios mexicanos reprodujeron un video que mostraba un enfrentamiento casi bélico entre el ejército mexicano y un grupo de narcotraficantes en las afueras de la ciudad fronteriza, pero en Reynosa esas noticias pasaron a segundo plano cuando el equipo local de béisbol de la Liga Pequeña de Béisbol Treviño Kelly empezó a avanzar en el campeonato internacional de ligas infantiles, la Serie Mundial de Williamsport, eliminando a Italia, Venezuela, Corea del Sur y Canadá, hasta llegar a la final internacional en una fila de victorias que los dejó a un triunfo de empatar un récord histórico.
En lugar de recurrir a Facebook y Twitter para intercambiar información sobre las últimas balaceras, los reynosenses celebraron en las redes cada victoria con emoticonos de guantes, pelotas y bates, banderas y frases como: “Por fin buenas noticias”, “No dejemos que todo lo malo de nuestra ciudad nos haga sentir derrotados” y “Esto también es Reynosa”.
Si el equipo de la Treviño Kelly hubiera llegado a la final de finales, como campeón internacional, habría podido romper el empate histórico que México tiene con Estados Unidos. De las seis ocasiones en que ambos países se enfrentaron en la gran final, se repartieron tres victorias para cada uno. Los mexicanos ganaron  en 1997, 1958 y la más memorable 1957, cuando el serpentinero Ángel Macías lanzó el único juego perfecto en la historia de Williamsport. La hazaña llegó al cine dos veces: con una producción mexicana en 1960 y otra de Hollywood en 2009.Las celebraciones se extendieron al otro lado de la frontera. Trece kilómetros al norte del río Bravo, en McAllen, Texas, la oficina de la alcaldía organizó una fiesta para ver el partido que la liga Treviño Kelly disputó el jueves contra Canadá. El alcalde Jim Darling recuerda cuando era común cruzar la frontera hacia Reynosa para cenar y divertirse, algo que ya no ocurre: “El sábado en el mercado también era un gusto. Estamos trabajando con Reynosa para traer de vuelta esos días. Tenemos amigos, parientes y socios de negocios en común que unen a nuestras ciudades”. Y agregó, a través de su oficina de prensa: “Nos enorgullece alentarlos no solo porque son equipos de élite los que llegan tan lejos, sino también porque representan todo lo que es bueno en México, la frontera y esta región”.
Macías ingresó al Salón de la Excelencia de ligas pequeñas el mismo día que se celebraban 60 años de aquel campeonato y estuvo acompañado de José “Pepe” Maiz, otro de los campeones del 57 y presidente del equipo mexicano Sultanes. Ambos estuvieron entre el público el lunes 21 de agosto cuando México eliminó a Corea del Sur 1-0: “El campeonato está muy bueno, muy parejo, el equipo mexicano está excelente”, dijo Maiz por teléfono.
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Aficionados al béisbol infantil se relajan en el estadio Lamade antes del partido entre Reynosa, México, y White Rick, British Columbia, Canadá, el jueves 24 de agosto de 2017. CreditGene J. Puskar/Associated Press
Para la final internacional del sábado contra Japón, los vecinos de McAllen también se reunieron a ver el partido —con palomitas de cortesía— en el centro cívico de la ciudad, a pesar de que una gran parte del este de Texas se encontraba bajo alerta por el huracán Harvey. Xóchitl Mora, vocera de la alcaldía, explicó por teléfono que las ciudades fronterizas son hermanas y que “muchos de esos chicos tienen familia y amigos aquí y en algún momento han jugado contra nuestros equipos y nuestros equipos han jugado allá, así que hay conexiones fuertes”.
Jorge Cantú, un beisbolista reynosense que ha jugado en varios equipos de la MLB estadounidense —entre otros Cincinnati Reds, San Diego Padres y Texas Rangers— no da importancia a las fronteras: “El béisbol es mundial, hay un poco de mejor nivel en Estados Unidos, pero conforme pasan los años el nuestro está alcanzando esos niveles”, dice desde el extremo oeste del país, donde su equipo —Los Toros de Tijuana— pelea el campeonato de grandes ligas de la zona norte de México. Cantú nació y estudió en Texas, pero empezó su carrera en Tamaulipas, cuando aún era niño. “La liga Treviño Kelly me enseñó a soñar en grande”, dice.
Un día antes del partido contra Japón, la madre del lanzador Emiliano Garza de la Treviño Kelly decía desde Pensilvania: “Estamos viviendo el sueño de todos”. Miriam González es profesora de jardín de niños y en su perfil de Facebook se describe a sí misma como “baseball mom 24/7”. En su tiempo libre hornea y vende postres con los que recauda fondos para el equipo de su hijo. Viajó tres mil kilómetros junto a otros padres para alentar a sus hijos. Días antes de la travesía a Pensilvania, en el gimnasio de una universidad estatal se organizó un bingo de apoyo para los gastos del equipo. Medios locales enviaron corresponsales a cubrir la serie. El lanzador de los Yankees, Jaime García, originario de Reynosa, se comunicó con los niños días antes del partido para alentarlos, reportó El Universal.
El mismo día que el equipo mexicano eliminaba a Venezuela, el presidente Trump amenazaba con cerrar el gobierno de no aprobarse fondos para la construcción del muro fronterizo. En el plano deportivo esa animosidad no existe: los gastos de estancia de los jugadores son cubiertos por el torneo. Cantú, el beisbolista de los Toros de Tijuana que ha jugado para ambos países, solo encuentra diferencias en la tribuna: “El ambiente de la afición en México, ahí sí se lleva por mucho a la de Estados Unidos. ¡Es una fiesta todas las noches en los estadios!”.
En 1957, cuando un equipo mexicano derrotó por primera vez al equipo estadounidense, el presidente Eisenhower recibió a los niños campeones en la Casa Blanca, como hacen los presidentes con los campeones de todas las ligas deportivas profesionales estadounidenses. El béisbol infantil era otro modo de acercar a ambos países.
“No sé en este tiempo, por la situación que se está viviendo con el presidente actual —dice Pepe Maiz— pero en aquel tiempo (el deporte) unía mucho a los países. Nos recibió Eisenhower y estaba feliz”. Sesenta años después, el equipo de Reynosa perdió el pase a la final de finales 5-0 frente a Japón, y quedó en el tercer puesto tras ganarle al equipo de Carolina del Norte este domingo. Aunque tal vez era demasiado optimista imaginar una victoria frente al equipo de Tokio —Japón ha ganado diez veces el mundial de Williamsport—, más difícil era imaginar que el equipo mexicano recibiera hoy una invitación a la Casa Blanca. 
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