El
equipo de transición de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se reunió esta
semana con altos mandos de EE.UU. encabezados por Mike Pompeo, para abordar
temas sobre seguridad, migración y comercio. La comitiva estadounidense
también se reunió con Peña Nieto y Luis Videgaray, actual secretario de
Relaciones Exteriores de México. Para el Gobierno de EE.UU., AMLO es sujeto
de investigación: en las últimas semanas trascendió que, desde el año 2006,
su nombre aparece en 181 cables de la Inteligencia y 4.658 correos internos
de la agencia de Inteligencia Stratford, el pedido de investigación se
extendió a otros miembros de la izquierda mexicana, como indican cables
filtrados por Wikileaks.
Reunión
con AMLO
La
delegación estadounidense, encabezada por Pompeo, incluyó a Kirstjen
Nielsen (secretaria de Seguridad Nacional), Steven Mnuchin (secretario del
Tesoro) y Jared Kushner (asesor principal y yerno de Trump). La composición
del grupo refleja los principales problemas que afectan las relaciones
entre México y EE.UU.: la cuestión migratoria y de seguridad, y las
renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Según
informó un portavoz del Departamento de Estado el día anterior al viaje a
México, el “esfuerzo para combatir las organizaciones criminales
transnacionales en México está directamente relacionado con nuestra
preocupación por la crisis de opioides en nuestro país y el flujo de drogas
a través de nuestra frontera. Por lo tanto, queremos continuar trabajando
estrechamente con el Gobierno saliente mexicano en esos esfuerzos y
esperamos hablar sobre ese tema con el presidente electo mexicano”.
De
acuerdo con Marcelo Ebrard, quien será el secretario de Relaciones
Exteriores del nuevo Gobierno, el ambiente de la reunión le transmitió “un
optimismo razonable de que México va a encontrar bases de entendimiento”
para mejorar la relación bilateral. En conferencia de prensa, Ebrard afirmó
que el documento entregado por AMLO a la delegación estadounidense consta
de bases de entendimiento sobre temas centrales:
- Comercio y renegociación
TLCAN
- Perspectiva de
desarrollo para los próximos años de cara a evitar migración por
pobreza o inseguridad,
- Inclusión de los países
de Centroamérica en un esfuerzo relevante de desarrollo,
- Previsión de un dialogo
fructífero en el futuro en materia de seguridad, considerando que
México realizará cambios importantes en su estrategia de seguridad
- Comercio y desarrollo
Uno
de los principales aspectos de la relación entre México y EE.UU. es el
comercio, sobre todo el TLCAN, que representa 1.3 mil millones
de dólares de comercio trilateral al año. México tiene una fuerte
dependencia con EE.UU., país con el que realiza más del 60% de su comercio
total. El TLCAN lleva ya siete reuniones y se ha avanzado en varios temas,
pero en la última ronda de negociaciones no prosperaron acuerdos en el
sector automotriz, pues desde EE.UU. se exige mejorar los salarios en
México y una mayor participación de manufactura estadounidense –alrededor
del 40%–.
El
equipo de AMLO apunta a que se generen escenarios favorables para el
desarrollo en México y Centroamérica en el marco de las
condiciones propuestas por México. Por ello, en la próxima administración
se impulsarán algunas iniciativas en diferentes estados del país, sobre
todo en el Sur. Destacan por ejemplo, la creación del tren de la Ruta Maya
y también la siembra de árboles -México es el tercer país más
deforestado-, el desarrollo de empresas en el Norte, fortalecimiento de
Ciencia y Tecnología, entre otras. López Obrador ha declarado en varias
ocasiones que tiene el interés de fomentar el desarrollo y cooperación con
América Latina, incluyendo el tema migratorio, la defensa de los derechos
humanos y mejores salarios para la clase trabajadora.
Seguridad
y migración
La
relación militar entre EE.UU. y México se ha mantenido sólida, pese a las
tensiones por las amenazas de colapso del TLCAN o de la
construcción/ampliación del muro fronterizo. Esto se debe, probablemente, a
que la política fronteriza mexicana devino en moneda de cambio para las
negociaciones con EE.UU. considerando, por ejemplo, que el Gobierno de
Trump ha amenazado con “atar” el control de la migración centroamericana y
la disuasión del tráfico de drogas a una renegociación “favorable” del
TLCAN (es decir, a favor de las condiciones planteadas por el Gobierno
estadounidense).
En la
última década, México se ha desempeñado como “Estado tapón” contra los
migrantes, deportando a más centroamericanos que EE.UU.. Las fuerzas
armadas mexicanas cumplen un rol fundamental en las iniciativas para
controlar los flujos migratorios desde Centroamérica. Esta función
preponderante del componente militar puede verse en la gestión del Programa
Frontera Sur, lanzado en 2014 como parte del programa para crear la
Frontera del Siglo XXI del Homeland Security, que incluye la frontera sur
de México. Según la Secretaría de Gobierno, el presupuesto de coordinación
civil del plan ha sido reducido drásticamente: pasó de los 3,1 millones de
dólares en 2015 a 1,6 millones de dólares (30 millones de pesos)
en 2016.
Un
reciente informe sobre cooperación militar entre EE.UU. y México, publicado
por un importante think tank que se dedica a temas de defensa y seguridad,
sugiere que todos los desafíos de seguridad que enfrenta México producen
impacto directo o indirecto en la seguridad nacional de EE.UU. Por ello, el
principal objetivo de las instituciones de defensa estadounidense sería el
de mantener y profundizar la relación bilateral a pesar de un posible
escenario político adverso.
En el
mismo informe se afirma que la cooperación militar entre EE.UU. y México se
amplió significativamente durante la administración de Felipe Calderón y se
profundizó en la gestión de Peña Nieto. Muestra de ello es el importante
incremento de la participación de México en ejercicios multilaterales y
bilaterales dirigidos por EE.UU.
Tras
el envío de la Guardia Nacional de EE.UU. y una nueva ofensiva de
militarización de la frontera con México en el mes de abril, el Senado
mexicano solicitó la suspensión temporal de la cooperación con EE.UU. en
materia de “lucha contra la delincuencia organizada transnacional, en tanto
el presidente Donald Trump no se conduzca con la civilidad y el respeto que
el pueblo de México merece”.
No
obstante, en ese momento también se llevó a cabo la “Junta de Comandantes
Fronterizos México-Estados Unidos de América” en Tucson, Arizona. Esta
Junta se celebra una vez al año desde 2015 y tiene el objetivo de
fortalecer las relaciones bilaterales militares entre las fuerzas armadas
de ambos países, así como fomentar el intercambio de conocimientos e
información que permita implementar mecanismos para mejorar la cooperación
bilateral y la seguridad en la frontera común.
Durante
la campaña presidencial, López Obrador reiteró su disposición de quitar a
los militares de las calles y regresarlos a los cuarteles. Además, el
equipo de transición de AMLO mencionó que procurarán combatir el
narcotráfico, apuntando a una mejor capacitación de cuerpos policiales y
atacando los recursos monetarios del narcotráfico. Ello quedó planteado en
la reunión con Mike Pompeo, donde se reafirmaron las intenciones de
realizar cambios importantes en la estrategia de seguridad mexicana e
incluir a los países de Centroamérica en un esfuerzo relevante de
desarrollo.
Un
indicio del cambio que podría generarse es que, hace unas semanas, AMLO
anunció que se cancelará el contrato de compra en el valor de 1.200
millones dólares, de ocho helicópteros MH60R de combate, de la empresa
Lockheed Martin, que el actual Gobierno pretendía adquirir de EE.UU.
Perspectivas
Luego
de la reunión de mandatarios estadounidenses con el equipo de transición
del nuevo presidente mexicano, parecen abrirse perspectivas de cambios
sustantivos en materia de seguridad, lo que provocaría modificaciones
importantes no sólo en la política anti-narcóticos y el rol de las fuerzas
armadas, sino una reconfiguración del modo en que se aborda el “problema de
la migración”. Asimismo, debe resaltarse el giro sustancial planteado por
AMLO y su equipo de transición, al afirmar, desde un inicio, la vinculación
entre desarrollo y los desafíos en materia de seguridad, invitando a
“desmilitarizar” la agenda, inclinándose a favor de la implementación de
políticas de desarrollo que reviertan el escenario de miseria y violencia
que afecta a más de la mitad de los mexicanos.
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