Isabelle Mamadou delante del cartel de Decenio Internacional para los Afrodescendientes. JOSÉ DANIEL MURILLO |
A través de su programa de becas, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) potencia una nueva generación de activistas de ascendencia africana, que contribuyan a la protección y promoción de los derechos de los afrodescendientes en sus respectivos países. Isabelle Mamadou, primera representante española seleccionada en este programa, comienza a coordinar en España acciones en Derechos Humanos en el marco del Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-2024).
Isabelle Mamadou cuenta con una larga trayectoria en la defensa de los derechos de personas de ascendencia africana
Nacida en Kinshasa (República Democrática del Congo), de madre española y padre centroafricano, Mamadou es diplomada en Trabajo Social, cursó un Postgrado en Ayuda Humanitaria y un Máster en Relaciones Internacionales. Completó más tarde su formación en Derechos Humanos en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres. Con amplia experiencia profesional en migraciones y en prevención de la violencia contra las mujeres, su larga trayectoria en la defensa de los derechos de personas de ascendencia africana se plasmó en 2013, cuando pasó a coordinar las estrategias de la organización Movimiento por la Paz en la Comunidad Valenciana.
¿Qué es el Decenio Internacional para los Afrodescendientes? Es una etapa histórica en la que Naciones Unidas y los Estados Miembros se comprometen a adoptar medidas para combatir el racismo. En este sentido, se ha creado un Programa de Actividades que promueve la aplicación efectiva de los dos principales instrumentos internacionales para la eliminación de la discriminación racial y étnica: la Declaración de Durban y la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.
Para la comunidad afro representa una oportunidad para visibilizar nuestra historia, empoderarnos y ocupar los espacios que nos corresponden, también en el ámbito internacional. Es hora de mostrar al mundo que existimos. Y de pedir la reparación de siglos de exclusión.
Las instituciones españolas apenas han comenzado a aplicar el Programa de Actividades. Algunas de ellas todavía no conocen el Decenio. Por ello, nuestro primer paso será su visibilización en todas las comunidades autónomas.
¿Sigue habiendo discriminación racial en el mundo? El racismo es, sobre todo, un problema económico y persistirá en el mundo mientras las naciones más ricas aumenten su riqueza a costa del empobrecimiento de los países del sur. Además, cuando las sociedades contemporáneas no se reconocen como multiculturales, las personas afrodescendientes caemos en una situación de “invisibilidad social”. Las políticas de cierre de fronteras, el internamiento de personas migrantes o las deportaciones forzosas también constituyen formas de racismo contemporáneo.
¿Y en España? Los afroespañoles seguimos sintiéndonos extranjeros y extranjeras en nuestro propio país. Aportamos una contribución importante a la vida económica, social, científica y cultural de nuestro país. Pero la educación formal no proporciona información sobre nuestra aportación en la construcción de la sociedad española. Tampoco sobre la responsabilidad de España en los crímenes del colonialismo y la esclavitud. Al contrario, el sistema educativo constituye uno de los mecanismos a través de los cuales se fomentan estereotipos negativos hacia las personas de ascendencia africana, y esos estereotipos afectan a la identidad de los menores.
La situación de los migrantes africanos es todavía más complicada. En los siete años que llevo trabajando en la ONG Movimiento por la Paz, he atendido a muchas personas que han visto empeorar su situación de exclusión debido al racismo institucional: mujeres víctimas de violencia sexual que no denuncian por miedo a la deportación, jóvenes que no tienen derecho a la educación superior, enfermos excluidos del sistema sanitario y un largo etcétera de personas rechazadas por no tener permiso de residencia. El racismo institucional es el que más frustración nos produce porque deja un sentimiento de desamparo y desconfianza en las instituciones encargadas de proteger nuestra identidad étnica y cultural.
¿Qué medidas pueden tomar la sociedad civil y las instituciones? España ha adoptado numerosos compromisos de lucha contra la discriminación e introducido nuevas medidas legislativas, pero todavía queda mucho por hacer:
Entre las últimas recomendaciones del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de la ONU al Estado español, destaca la eliminación de los controles policiales basados en perfiles étnicos. Pero el acoso racista por parte de las Fuerzas de Seguridad sigue produciéndose con total impunidad a pesar de estar legalmente prohibido.
El primer paso para superar los prejuicios raciales es reconocerlos y visibilizarlos. El racismo es un problema de todos y todas pero entre la ciudadanía sigue habiendo un gran desconocimiento sobre lo que son actitudes racistas y lo que no.
En los últimos años he atendido a muchas personas que han visto empeorar su situación de exclusión debido al racismo institucional
Desde las entidades sociales y ONG se debería contar con nuestra participación y tener en cuenta nuestros criterios a la hora de diseñar iniciativas orientadas a combatir el racismo. Acompañarnos y apoyarnos, pero sin ocupar el lugar que nos corresponde en foros, debates y espacios reivindicativos. Porque no hay mayor experto en racismo que el que lo sufre constantemente, y las propias personas afrodescendientes somos las que debemos liderar la lucha para el reconocimiento de nuestros derechos humanos. De lo contrario seguiremos siendo receptoras de medidas ajenas a nuestra realidad.
Somos invisibles incluso en las estadísticas porque en España no se recoge información sobre la composición étnica y racial de la población, y eso repercute en que no se diseñen políticas específicas dirigidas a paliar nuestras problemáticas.
El Racismo y el sexismo suelen ir de la mano, es decir que existe un odio racial y de género dirigido exclusivamente a las mujeres y niñas afrodescendientes. Por ello, todos los programas que se formulen para combatir la discriminación racial deberían incluir la perspectiva de género. Al igual que las políticas de género deberían integrar un enfoque étnico y racial.
Desde Naciones Unidas, ¿qué medidas están tomando al respecto? El Grupo de Trabajo de Expertos sobre los Afrodescendientes realizará una visita a España para examinar la situación de derechos humanos de nuestra comunidad. Tendremos la posibilidad como colectivo de visibilizar nuestra situación de desigualdad y fortalecer con el apoyo de Naciones Unidas las iniciativas del Decenio Internacional para los Afrodescendientes. Por otra parte, como novedad este año, el Alto Comisionado subvenciona propuestas de proyectos de la sociedad civil centradas en el tema del Decenio Internacional. En España tenemos un potencial enorme entre la comunidad afro, multitud de iniciativas innovadoras que podrían impulsar nuestro desarrollo y ser referentes a nivel internacional.
El primer paso para superar los prejuicios raciales es reconocerlos y visibilizarlos
¿Cuáles son las metas que os habéis propuesto? Queremos construir un futuro en el que se reconozca el valor y la diversidad del patrimonio cultural africano y afrodescendiente. Somos conscientes de que el camino hacia la igualdad es largo, pero este Decenio Internacional representa una gran oportunidad para forjar la unión de los colectivos de personas afrodescendientes y crear así un movimiento sólido de defensa de nuestros derechos humanos.