Todos hablan sobre los cristianos de Palestina, pero nadie escucha lo que dicen los mismos cristianos palestinos que sufren las atrocidades de la ocupación militar israelí. Las balas no diferencian entre cristiano, musulmán u otra religión.

Mons. Joan E. Vives Un año más, en enero, los Obispos de diversas Conferencias episcopales del mundo han peregrinado a Tierra Santa para apoyar a los cristianos y dar voz a los que imploran la paz justa. Desde allí han ofrecido un “Comunicado final” que paso a resumiros. Desde la guerra de junio de 1967, o “guerra de los 6 días”, de la que pronto se cumplen los 50 años, la Ribera Occidental (West Bank), Jerusalén Este y Gaza han ido languideciendo bajo la ocupación del Estado de Israel, violando la dignidad humana tanto de los Palestinos como de los Israelíes. Este es un escándalo al que nunca deberíamos acostumbrarnos, ya que el sufrimiento continúa.
Sería necesario que los Cristianos de los países occidentales reconociéramos nuestra propia responsabilidad en la oración, la toma de conciencia y la acción. Mucha gente en Tierra Santa ha pasado toda su vida bajo la ocupación, con su segregación social polarizadora. Pero aún profesa esperanza y lucha por la reconciliación. Ahora, más que nunca, merecen nuestra solidaridad.
Tenemos la responsabilidad de oponernos a la construcción de asentamientos, y aún más de nuevos asentamientos israelíes en estos territorios palestinos ocupados. Esta anexión “de facto” de la tierra no sólo socava los derechos de los Palestinos en zonas como Hebrón y Jerusalén Este, sino que, como reconoció recientemente la ONU, pone también en peligro la posibilidad de la paz. Hay también una responsabilidad de prestar asistencia al pueblo de la Franja de Gaza, que sigue viviendo en medio de una catástrofe humanitaria causada por el hombre. Han pasado una década bajo bloqueo, agravado por un estancamiento político causado por la mala voluntad de todas las partes.
Y podemos continuar alentando la resistencia no violenta que, como nos recordaba el Papa Francisco en su reciente Mensaje para la Paz, ha logrado grandes cambios en todo el mundo. Esto es particularmente necesario ante las injusticias, como la construcción continuada del muro de separación en tierras palestinas. Con la comunidad internacional, Obispos y Santa Sede siguen abogando por promover una solución de dos estados, Israelí y Palestino, con una vecindad en paz, respeto y cooperación, por difícil que parezca. La Santa Sede ha subrayado que “”si Israel y Palestina no están de acuerdo en existir uno al lado del otro, reconciliados y soberanos dentro de fronteras mutuamente acordadas y reconocidas internacionalmente, la paz seguirá siendo un sueño distante y la seguridad una ilusión”.
Por encima de todo, los cristianos tenemos la responsabilidad de ayudar a la Iglesia local de Tierra Santa, sus agencias, voluntarios y oenegés. En las circunstancias más probadas muestran una gran capacidad de recuperación y realizan un trabajo que cambia la vida. Es nuestra fe en Dios lo que nos da esperanza. Es el testimonio de los cristianos en Tierra Santa y especialmente de los jóvenes lo que nos debe inspirar y mantenernos perseverantes. La Biblia nos dice: “Declararéis santo el año cincuenta y promulgaréis por el país la liberación para todos sus habitantes” (Lev. 25,10). En este año en que se cumplen los cincuenta de ocupación debemos orar por la libertad de todos en la Tierra Santa y apoyar de manera eficaz a todos aquellos que trabajan para construir una paz justa.
+ Joan E. Vives
Arzobispo de Urgell


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