Está a favor de los asentamientos judíos en territorios palestinos, no cree en la solución de los dos Estados y ahora fue confirmado como el nuevo embajador de Estados Unidos en Israel.
Es David Friedman, un abogado especializado en bancarrota que se enfrentó a duros señalamientos durante sus audiencias de confirmación en el Senado estadounidense, pero que finalmente obtuvo su aprobación en el cargo este jueves.
El flamante diplomático de 57 años tuvo que disculparse por haber comparado a los judíos estadounidenses liberales con los prisioneros judíos que trabajaban para los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras la polémica que desató por esas declaraciones, prometió que mientras ostente el cargo de embajador moderará su lenguaje.
Sus posturas sobre el conflicto palestino-israelí y su deseo de trasladar la sede de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén le han valido críticas por parte de varias organizaciones judías en EE.UU. y autoridades diplomáticas internacionales.
De hecho, cuando se anunció su nombramiento cinco exembajadores estadounidenses en Israel enviaron una carta al Senado en la que aseguraban que Friedman no estaba cualificado para el cargo por sus posturas "extremas y radicales".
Apoyo conservador
Pero la comunidad judía conservadora lo ha apoyado desde que el presidente Donald Trump lo propuso para el cargo en diciembre del año pasado.
La Organización Sionista por Estados Unidos (ZOA, por sus siglas en inglés), una agrupación conservadora pro Israel, dio la bienvenida a su candidatura.
"(Friedman) tiene el potencial para ser el mejor embajador estadounidense en Israel de la historia".
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien no mantuvo las mejores relaciones con el expresidente demócrata Barack Obama, también apoyó la nominación.
Cercano al presidente Trump, Friedman fue su representante legal en sus inversiones en unos casinos y se convirtió en uno de sus asesores durante la campaña presidencial.
Posturas de "ruptura"
La visión de Friedman marca "una completa ruptura" en la política exterior estadounidense sobre Israel, señaló la corresponsal de la BBC en Egipto, Yolande Knell.
"El nuevo embajador ha dejado claro que apoya los asentamientos judíos en Jerusalén Oriental y Cisjordania".
"El gobierno del expresidente Barack Obama había advertido que dichos asentamientos perjudican la posibilidad de alcanzar la paz", recordó nuestra corresponsal.
Desde que Donald Trump asumió la presidencia de EE.UU. en enero, Israel ha aprobado cientos de asentamientos nuevos en Cisjordania y Jerusalén Oriental, un territorio reclamado por los palestinos para su futuro estado.
Estas construcciones son consideradas ilegales según la ley internacional, lo que Israel disputa.
La ONU calificó la medida de Israel como "una flagrante violación al derecho internacional".
El polémico plan había sido frenado a finales del año pasado, en buena parte por la oposición de Barack Obama.
Pero para las autoridades israelíes, tener un mandatario pro Israel en la Casa Blanca cambia el panorama.
Friedman también ha sido enfático en que quiere cumplir la promesa que hizo Trump durante la campaña presidencial: trasladar la sede de la embajada de EE.UU. de Tel Aviv a Jerusalén.
La ONU no reconoce Jerusalén como la capital de Israel, y por ello la embajada estadounidense ha estado durante décadas en Tel Aviv.
Israel ocupó Cisjordania y Jerusalén Oriental tras la Guerra de los Seis Días en 1967.
Los palestinos quieren que Jerusalén Oriental sea la capital de su futuro estado, pero Israel reclama la ciudad entera como su capital.
"Destrucción del proceso de paz"
Un funcionario de alto nivel palestino le dijo a la BBC que las posturas de Friedman representarían "la destrucción del proceso de paz".
El negociador de larga trayectoria Saeb Erekat señaló que mover la embajada y "anexar" asentamientos en Cisjordania pondrían a la región en un camino de "caos, anarquía y extremismo".
Las críticas del nuevo embajador estadounidense a la "solución de dos estados" para resolver el conflicto palestino-israelí también ha alarmado a parte de la comunidad internacional.
Esta propone la división del territorio en un Estado de Israel y un naciente Estado de Palestina, aceptando los límites dejados tras la guerra de los seis días de 1967, con Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental como parte del nuevo Estado de los palestinos.
La solución la apoyan Naciones Unidas, la Liga Árabe, la Unión Europea y Rusia.
Estados Unidos lo ha hecho, hasta que el presidente Trump desató polémica por una de sus declaraciones.
Dijo que "estaba viendo la opción de dos estados y de un estado" y que le gustaba "aquella que prefieran ambas partes".
Aunque la embajadora ante la ONU, Nikki Haley, aseguró que EE.UU. apoya "absolutamente" la solución de los dos estados, David Friedman piensa justamente lo contrario.
El nuevo embajador en Israel ha calificado el conflicto palestino-israelí como una "ilusión".
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