Un DC antiguo, cercano a Gutenberg Martínez y Soledad Alvear, igual que el ministro Mario Fernández y Jorge Burgos, con una larga trayectoria en el aparato público y el uso de la puerta giratoria hacia el sector privado, principalmente el de energía, se ha enfrentado con frecuencia a los grupos ambientalistas y pronunciado frases célebres: defendió a HidroAysén afirmando que “Chile no puede dejar de explotar recursos naturales que nos ha dado la Divina Providencia”; y sobre el fallido megaproyecto Alumysa en Aysén, durante el Gobierno de Ricardo Lagos, señaló que "¿para qué sirve tener la zona más descontaminada del mundo si no hay nadie?".
Llamar a Jorge Rodríguez Grossi al Ministerio de Economía para calmar el reclamo y la incertidumbre de los empresarios, después del rechazo al proyecto Dominga, parece ser una buena decisión.
Economista de la Universidad de Chile, con un magíster en la Universidad de Boston, Rodríguez Grossi tiene el pasaporte para entrar y salir del mundo privado lleno de timbres. Y en este tránsito continuo su opinión sobre el dilema entre decisiones políticas y crecimiento económico suena justo como lo que quieren escuchar los empresarios. “Soy un hincha fanático de los empresarios, creo que son uno de los factores más importantes en el desarrollo chileno. Hay que apoyar muy fuerte el desarrollo empresarial, pero con un concepto de empresa que viene del Génesis, en el que todos transformemos el mundo a imagen y semejanza de Dios”, admitió en una entrevista.
Rodríguez Grossi (69) es antiguo militante DC, de los tiempos de la Patria Joven, de Frei Montalva, durante su juventud. Cercano al círculo de Gutenberg Martínez y Soledad Alvear, es amigo del actual ministro del Interior, Mario Fernández, con quien incluso fue socio en una consultora. También se reconoce su vieja amistad con el ex ministro Jorge Burgos.
En los 80, Rodríguez Grossi fue consultor recurrente de organismos multilaterales, como el BID, la CEPAL, la Unicef y el Banco Mundial. Con el regreso a la democracia a partir de 1990, el Presidente Patricio Aylwin lo llamó para integrarse al directorio de Metro y, luego, como subsecretario de Hacienda. En febrero de 1994 lo designaron presidente de Codelco, después que Juan Villarzú y Alejandro Noemi, dos ejecutivos DC de la cuprífera, renunciaran tras el fraude cometido por Juan Pablo Dávila. Pero permaneció solo hasta el 11 de marzo de ese año.
Subdere y Guacolda
Con el arribo de Eduardo Frei Ruiz-Tagle a La Moneda, Rodríguez Grossi llegó al estratégico puesto de subsecretario de Desarrollo Regional, desde donde se administran y distribuyen una gran cantidad de recursos a lo largo del país. Desde esta repartición se enfrentó con los profesores de la educación municipalizada y tuvo otro conflicto, por la Ley de Rentas Municipales, con los municipios del país, que le costó la salida del puesto antes de cumplir un año en él.
Posteriormente se fue a la gerencia de desarrollo de la Fundación Chile, pero al no lograr que lo nombraran en la presidencia, donde quedó Eduardo Bitran, se instaló completamente en el sector privado como gerente de la generadora eléctrica Guacolda, que luego se convertiría en AES Gener. Desde ese puesto, tuvo enfrentamientos con sectores de ambientalistas, básicamente por el uso que la empresa hacía del carbón Petcoke, un combustible altamente contaminante.
Desde su puesto en Economía, en 2004, defendió el proyecto Alumysa como beneficioso para los habitantes de Puerto Chacabuco, lo que provocó que la ONG Greenpeace le otorgara ese año el premio como Habitual Destructor del Planeta (H.D.P). La respuesta fue de antología: “¿Para qué sirve tener la zona más descontaminada del mundo si no hay nadie? (…) ¿Para qué quiero un país o un Aysén de santuario de la naturaleza si nunca lo vamos a poder disfrutar? (…) ¿Para qué quiero un lugar vacío de gente por mantener determinada naturaleza?”. El megaproyecto consistía en instalar una planta procesadora de aluminio –cuya materia prima se traería de Brasil– junto con la construcción de un puerto y tres centrales hidroeléctricas.
Desde su puesto en Economía, en 2004, defendió el proyecto Alumysa como beneficioso para los habitantes de Puerto Chacabuco, lo que provocó que la ONG Greenpeace le otorgara ese año el premio como Habitual Destructor del Planeta (H.D.P). La respuesta fue de antología: “¿Para qué sirve tener la zona más descontaminada del mundo si no hay nadie? (…) ¿Para qué quiero un país o un Aysén de santuario de la naturaleza si nunca lo vamos a poder disfrutar? (…) ¿Para qué quiero un lugar vacío de gente por mantener determinada naturaleza?”. El megaproyecto consistía en instalar una planta procesadora de aluminio –cuya materia prima se traería de Brasil– junto con la construcción de un puerto y tres centrales hidroeléctricas.
Un DC para Piñera
Por eso, si la intención de Bachelet al nombrarlo es reafirmar el discurso de que no se imagina “un país donde solo importen los números”, la llegada de Rodríguez Grossi parece una señal completa en sentido contrario.
En 2001, Ricardo Lagos lo nombró al frente de tres ministerios: Economía, Energía y Minería, en reemplazo de José De Gregorio, en la época en que deseaba tener megaministerios o jefes de áreas. Rodríguez definía de esta manera el eje de su gestión:
“Estas carteras tienen que ver con el tema de regulación económica, la que debe ser lo más expedita, fácil y eficiente posible (…). El ideal, en materia medioambiental, es que la empresa conozca, a través de un listado, sus obligaciones, y se atenga a eso en vez de perder tiempo en procesos de estudio y validación que son largos, caros y que atrasan las inversiones. Esa es la filosofía que uno tiene que tratar de imponerles a las regulaciones en general”, dijo, según cita Ciper Chile en un perfil suyo, a propósito del regreso de Rodríguez Grossi al Banco Estado como presidente del directorio en septiembre de 2015. "Retorno", porque durante el Gobierno de Sebastián Piñera, desde 2010, ocupó un sillón en la mesa directiva de la misma entidad.
Como presidente del directorio de Corfo, en su calidad de ministro de Economía, sobrevivió a la “ruptura del jarrón” que significó que la entidad perdiera más de 100 millones de dólares a manos de una intermediadora financiera, Inverlink, lo que en serio riesgo al mercado financiero nacional y que se llevó por delante al yerno de Ricardo Lagos, Gonzalo Rivas. Esa presidencia de directorio prácticamente no sabía nada de lo que ocurría en Corfo. La prioridad del ministro era la aprobación de una reforma del sistema eléctrico, que terminó en la llamada Ley Corta Eléctrica.
Tabaco, salmones y Alto Maipo
Por su parte, Bachelet ya lo tuvo en su Gobierno y en un puesto complejo, como presidente de EFE, que tenía un plan de inversión cuestionado de US$1.100 millones. Paralelamente, mantuvo un pie como director de AES Gener y de British American Tobacco (BAT), la tabacalera más importante del país.
Luego, a partir de 2012, integró el directorio de la salmonera Australis. Pero su directorio más polémico fue al frente del proyecto Alto Maipo, donde fue nombrado vicepresidente en 2014, mientras la propiedad se dividía mayoritariamente entre AES Gener y Antofagasta Minerals, del Grupo Luksic, que vendió su participación en enero.
Rodríguez Grossi renunció para volver a Banco Estado, donde estaba justo antes de que fuera nominado para regresar al equipo económico de Bachelet, y al puesto que le calza perfecto: ministro de Economía amado por el empresariado.