The New York Times | EUROPA >> La reforma laboral francesa desata la primera gran protesta contra Macron | Por ALISSA J. RUBIN y AURELIEN BREEDEN 13 de septiembre de 2017


Una manifestación en Marsella el 12 de septiembre CreditJean-Paul Pelissier/Reuters

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PARÍS — Miles de personas salieron a las calles de Francia el martes para participar en una manifestación masiva en rechazo a las reforma laboral del país pero, hacia el final del día, parecía que el enojo estaba dirigido contra el presidente Emmanuel Macron, cuya ambición por promover cambios ha molestado a muchos franceses.
Las marchas son las primeras grandes manifestaciones durante el mandato de Macron, quien llegó al poder en mayo, y fueron una especie de barómetro sobre el sentimiento público hacia su gobierno. Su popularidad se ha desplomado desde que entró al cargo con la creación de un nuevo movimiento político que también obtuvo la mayoría en el parlamento. Sin embargo, la afluencia de manifestantes no fue tan masiva como las que se vieron en las protestas del año pasado.
En esa ocasión, las marchas multitudinarias presionaron al predecesor de Macron, François Hollande, para que dilatara el plan de revisar el complejo código del trabajo.
Los cambios al código harían más laxas las normas para las compañías pequeñas, lo cual facilitaría la contratación y el despido de empleados, y permitiría que las empresas negociaran ciertos problemas del lugar de trabajo dentro de la empresa en lugar de tener que atenerse a convenios aplicables a toda una industria.

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Los manifestantes en Lille. La Confederación General del Trabajo, CGT, fue el único de los grandes sindicatos que le pidió a sus miembros que se sumaran a las marchas. CreditPhilippe Huguen/Agence France-Presse — Getty Images

Sin embargo, el mandatario no se encontraba ni remotamente cerca de las protestas. El martes llegó al Caribe para visitar las islas francesas de San Martín y San Bartolomé tras el paso del huracán Irma la semana pasada.  Las marchas fueron una prueba para la determinación de Macron de renovar la economía francesa, así como de la capacidad de sus opositores de movilizarse en su contra. También es una oportunidad para que quienes están inconformes con el gobierno puedan expresar sus frustraciones sobre otros temas, incluyendo los recortes presupuestales, los planes para reformar el sistema de pensiones y el estilo de gobernar de Macron.
Las manifestaciones se produjeron en Lyon, Nantes, Toulouse y una decena de ciudades más, encabezadas por los sindicatos y los partidos de izquierda que dicen que los derechos de los trabajadores se reducirán con la revisión del código, conocido como el Code du Travail.
Más de 60.000 personas se manifestaron en las calles de París, según los sindicatos, quienes señalaron que la protesta había sido un éxito. La prefectura de la policía dijo que la cantidad de manifestantes rondaba los 24.000. Los organizadores dijeron que planean más acciones en las semanas venideras, empezando el 23 de septiembre, y la convocatoria podría crecer.
Pero Macron fue el principal foco de las críticas, más que cualquier cambio específico del código, con consignas como “Rey Macron, los flojos te expulsarán”, en referencia a unas declaraciones del presidente que causaron polémica al ser interpretadas como que calificaba a sus opositores de holgazanes y cínicos.

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Los policías de Nantes arrestan a un manifestante. CreditLoic Venance/Agence France-Presse — Getty Images

Aunque el mandatario no especificó a quiénes se refería —posteriormente añadió que se había dirigido a “todos aquellos que durante los últimos quince años han dicho que no debemos movilizarnos en Francia ni en Europa”—, algunos ciudadanos se sintieron agraviados, entre ellos Serge Amely, un asistente de enfermería de 50 años, quien dijo que sintió que los comentarios “no eran dignos de un líder”.
“He trabajado durante los últimos 32 años, me levanto todos los días a las 05:00 a. m. no soy ningún holgazán y mi trabajo es difícil”, dijo Amely durante la manifestación de París, donde decenas sostenían carteles con la leyenda “¡Holgazanes de todo el mundo, uníos!” o coreaban “¡Macron, el presidente de los jefes!”.
En general el ambiente en las protestas fue de calma pero hubo enfrentamientos esporádicos entre la policía y pequeños grupos de manifestantes e intercambio de gas lacrimógeno y piedras. El año pasado, las semanas de manifestaciones contra las propuestas de cambios laborales se vieron enturbiadas por la violencia.ontinue reading the main story

En la ciudad de Lyon se produjeron enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. CreditRobert Pratta/Reuters

A los sindicatos y trabajadores se sumaron los sectores de izquierda que son partidarios de Jean-Luc Mélenchon, fundador del partido Francia Insumisa, quien declaró el martes que Macron “puede y debe retractarse”. Francia Insumisa está organizando una manifestación contra la revisión del código laboral el 23 de septiembre.
“Esta no es nuestra última postura”, dijo Mélenchon a los reporteros en una manifestación en la ciudad sureña de Marsella, de donde es parlamentario. “Estamos organizando una defensa implacable del código laboral”.
No obstante, no esperan que el gobierno ceda. Macron va a promulgar la revisión de las leyes laborales por decreto, y se espera que los cambios se implementen este septiembre.
Además, los opositores de las nuevas normas laborales han tenido una respuesta dividida. De entre los principales sindicatos franceses, solo la Confederación General del Trabajo, o CGT, que es bastante radical, hizo un llamado a sus miembros para manifestarse el martes.

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La manifestación en París. Los sindicatos y partidos de izquierda denuncian que los derechos de los trabajadores se verán seriamente afectados por las reformas. CreditThibault Camus/Associated Press

Victor Mendez, de 46 años, ingeniero ferroviario que ha sido miembro del CGT durante los últimos tres años, comentó durante el mitin en París que se oponía a que Macron creara “trabajadores desechables”.
“Es difícil conseguir trabajo, pero se ha vuelto muy fácil despedir a los empleados”, dijo.
Los líderes de los sindicatos más moderados, quienes tampoco están contentos con los cambios pero aceptaron tener conversaciones con el gobierno para que les explicaran los posibles beneficios de la reforma, no convocaron a sus miembros a manifestarse.
Muchos miembros de las bases de esos sindicatos parecen haber asistido de todas formas, como Patrice Quillet, de 52 años, representante de la industria química en el sindicato Fuerza Obrera, quien dijo que “esa reforma no tenía nada bueno”.

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